La Almoloya. Pliego

 Podríamos decir que se trata de la hermana menor de La Bastida, la gran urbe prehistórica localizada en la no muy distante Totana. Pero ser más pequeña no significa necesariamente que este lugar no haya ofrecido hallazgos de gran calado, fundamentales para comprender la ya bastante compleja sociedad de la época y sus curiosas características. 

 

En medio de un paisaje agreste y sobre el alto de La Almoloya, un cerro testigo a 561 metros sobre el nivel del mar, se sitúan los restos de lo que fue un importante asentamiento de la cultura argárica, en la Edad del Bronce. El que fuera tan estratégico enclave se emplaza justo en el límite de los municipios de  Mula y Pliego pero mucho más cercano a esta última localidad.  

La existencia de este yacimiento fue dada a conocer en 1944 por el ingeniero y reconocido arqueólogo murciano Emeterio Cuadrado aunque no fue hasta 2013, en el contexto de las excavaciones de La Bastida en Totana dirigidas por la Universidad Autónoma de Barcelona, cuando dieron comienzo los trabajos que han generado interesantísimos descubrimientos. 

Se estima que La Almoloya estuvo habitada durante más de 600 años, aproximadamente entre el 2200 y el 1550 a.C., y pudo alcanzar una población de 250 individuos, lo cual es un número considerable teniendo en cuenta los estándares de la época. Pero al margen de estas cifras, en todo caso muy significativas, el enclave ha arrojado mucha luz sobre las comunidades humanas en aquel estadio de la civilización en el que comenzaban a desarrollarse las sociedades urbanas. 

En el recinto fortificado, además de viviendas con varias habitaciones de diversos usos repartidas por las estrechas calles, se ha podido advertir la presencia de lugares ceremoniales y lo que vendría a ser un “palacio” o centro de gobierno, uno de los primeros identificados en Europa Occidental pertenecientes a este periodo. El edificio contaba incluso con una sala para las reuniones o audiencias con capacidad para varias decenas de personas que tomaban asiento en bancos adosados a la pared.   

No faltan, como cabría esperar, las tumbas de aquellos moradores, siempre ubicadas bajo el suelo de las edificaciones y en las que los cuerpos aparecen encogidos, en la típica posición fetal muy propia de inhumaciones en urnas y cistas. Se han localizado más de setenta, tanto individuales como dobles y correspondientes a hombres, mujeres y niños, Los distintos hallazgos producidos en estos enterramientos han permitido conocer que La Almoloya era un centro de poder de primer orden con una estructura social muy bien definida.  

En 2014 se encontró bajo el citado “palacio” una tumba, la número 38, en la que, dentro de una urna, aparecieron los cuerpos de una pareja. Uno de ellos corresponde a la que se ha llamado “Dama de la Diadema” al tratarse de una mujer (que tendría entre 25 y 30 años) cuyo cráneo lucía uno de estos objetos realizado en plata. 

Pero esta pieza no era la única hallada en el enterramiento. Junto al supuesto matrimonio había hasta 29 objetos de valor (brazaletes, anillos…) y casi todos ellos estaban asociados a la misteriosa dama y no al que podría ser su esposo. Este hecho, junto a que el propio lugar de la sepultura se sitúa bajo el edificio más importante de la ciudad, muestra que se trataba de los personajes más ricos y poderosos de aquella comunidad o más concretamente la mujer. 

Los expertos han determinado que en aquella sociedad claramente jerarquizada, el poder y la posesión de riquezas pudieron tener rostro femenino, demostrando tanto este como otros ajuares funerarios que, lejos de estar subyugadas, las mujeres formaban parte de  la élite política y económica. 

La noticia de estos hallazgos y las llamativas conclusiones a las que llegaron los investigadores no tardaron en sobrepasar nuestras fronteras y tanto medios de comunicación como publicaciones especializadas de renombre internacional se hicieron eco de que hace 4000 años, en este rincón de lo que hoy es la Región de Murcia, las mujeres tenían un papel preponderante.  

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