El monte Ope. Archena

 Paisaje, historia y también misterio son los ingredientes que hacen especial al monte de referencia para todos los archeneros. La enorme cruz que lo corona y que lo hace reconocible en la lejanía hunde sus raíces en una antigua leyenda, teniendo como misión proteger el lugar y conjurar cualquier presencia maligna en el mismo.  

 

A pesar de una reducida extensión territorial, con solo 16 kilómetros cuadrados, el municipio de Archena cuenta con lugares muy interesantes desde diversos puntos de vista. Uno de ellos es el monte Ope, un cerro de roca caliza situado al norte del casco urbano y visible desde muchas zonas del mismo. Este cerro, que llega en su cumbre a los 276 metros sobre el nivel del mar, no solo constituye la principal elevación archenera sino que es también la más emblemática para los habitantes de la localidad.  

Espacio ideal para la práctica del senderismo, además de ser un mirador privilegiado desde el que se puede divisar una amplia y magnífica panorámica de todo el Valle de Ricote y la Vega Media del Segura, el Ope es también un enclave arqueológico con señales de presencia humana desde la época neolítica y restos pertenecientes a la cultura argárica.  

La leyenda y el misterio no podían faltar en un sitio como este, con un relato de carácter fantástico que puede remontarse nada menos que al siglo XVII y que ha circulado ampliamente entre los vecinos de Archena, transmitiéndose de generación en generación.  

Cuenta la historia que durante una tarde lluviosa de invierno, un pastor rondaba la cima del cerro buscando caracoles cuando, para su sorpresa, se encontró con un pequeño cordero que parecía abandonado. Ni corto ni perezoso, decidió echarse el animal a los hombros para llevárselo consigo. Comenzó a andar y a medida que más distancia recorría notaba cómo el animal iba aumentando su peso hasta hacerse casi insoportable. Sorprendido por lo que estaba pasando, echó la vista sobre lo que transportaba encima suyo para contemplar con horror que el tierno corderito se había transformado en una bestia de oscuro pelaje que le dijo con una voz tan grave como siniestra: “Cuanto más lejos me lleves, más te pesaré”. Aquel asustado hombre soltó de golpe lo que parecía un fauno o el mismísimo diablo y huyó despavorido. Mientras, el engendro corría ladera arriba entre risotadas maliciosas, dejando tras de sí un tufo penetrante y maloliente, como de azufre. Otra versión afirma que la figura demoníaca regresó a la cumbre del monte volando tras haber desplegado unas enormes alas. 

Ya en el pueblo, el pastor contó lo sucedido y su experiencia llegó también a oídos del párroco. Se dice que a modo de exorcismo sobre el lugar, el sacerdote ordenó la colocación de una gran cruz justo en la cima, caracterizando al cerro desde entonces. Independientemente de que el origen de la presencia sobre el cerro del símbolo cristiano por antonomasia se deba o no a la leyenda, hemos de señalar que la cruz realizada en hierro que hoy identifica al monte Ope desde la distancia, es relativamente reciente ya que fue levantada tras la finalización de la Guerra Civil. 


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