El fartet, un pez autóctono. Abanilla
El paraíso natural que constituye la cabecera del río Chícamo esconde un pequeño tesoro en la forma de un pez que puede encontrarse en muy pocos lugares. Las investigaciones realizadas sobre él han venido a confirmar su singularidad frente a otras poblaciones de la especie, todo un revulsivo para poder apreciar su valor pero también para garantizar su supervivencia en el futuro.
Cruzando el municipio de Abanilla de norte a sur y generando una extensa cuenca nos encontramos con el río Chícamo, afluente del Segura que nace a unos ocho kilómetros al noreste del casco urbano, concretamente en las estribaciones de la pedanía de Macisvenda. Aunque cuenta con cincuenta y cuatro kilómetros de recorrido hasta su desembocadura, solo los cinco primeros cuentan con un curso de agua de forma permanente. Y es precisamente la zona que ocupa su cabecera la que constituye una suerte de oasis y refugio del verdor en medio de lo que se ha venido en llamar la Palestina murciana por las características de su paisaje que recuerdan a las de aquella región de Oriente Próximo.
Osado, CC BY-SA 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>, via Wikimedia Commons
También llamado Rambla de Abanilla, el río Chícamo ofrece diversas posibilidades a quien desee conocerlo in situ y es, además, un lugar muy atractivo tanto desde el punto de vista geológico como en todo lo relativo a la flora y a la fauna. Es sobre este último aspecto en lo que queremos centrarnos y demostrar la singularidad de este pintoresco rincón de la Región de Murcia.
Nos referimos a la presencia de un pequeño pez en las aguas de este río y cuya distribución es muy limitada a lo largo de la franja mediterránea de la que es propio, concentrándose solo en localizaciones muy concretas. Se trata del fartet o aphanius iberus, su nombre científico. Dentro de la geografía murciana es justo la cabecera del río Chícamo uno de esos selectos puntos donde el curioso pececillo puede todavía encontrarse en pozas y saltos de agua aunque tampoco es ajeno a los humedales del siempre sorprendente Mar Menor, ya que soporta muy bien la salinidad de la laguna. Otros puntos que cuentan con poblaciones del fartet son la Rambla Salada en Fortuna y la de las Moreras en Mazarrón. La alimentación del fartet se basa principalmente en larvas de mosquitos, crustáceos de pequeño tamaño así como algas que pueblan el lecho fluvial.
Desgraciadamente y a pesar de ser el río Chicamo un espacio protegido dentro de la Red Natura 2000, el fartet se encuentra en peligro de extinción y se enfrenta a varias amenazas desde hace tiempo. Entre ellas están la contaminación de las aguas por diferentes motivos y la llegada de especies que no son propias de este ecosistema como el cangrejo rojo americano o el gambusino o pez mosquito, que se vale de los mismos recursos que el fartet y está considerado como una de las especies exóticas invasoras más dañinas de todo el mundo. Las lluvias torrenciales que de vez en cuando golpean la zona también pueden afectar su hábitat.
Las singularidades del fartet han despertado el interés de los científicos y por tanto ha sido objeto de varios estudios. Uno de ellos, llevado a cabo por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, ha sido el relativo a su genoma, que ha servido para conocer sus fortalezas y debilidades y poder acometer una estrategia de recuperación de su entorno para la preservación de la especie. El análisis genético ha puesto de manifiesto que se trata de peces autóctonos del lugar a diferencia de los ejemplares de otras zonas del Mediterráneo. Existe, pues poca diversidad genética, especialmente en el Mar Menor, debido a las condiciones ambientales en las que vive. La preservación de su hábitat mejorando aquellas y la eliminación de la amenaza de las especies invasoras harán posible que el fartet siga siendo un tesoro vivo.
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