La Torre Vieja. Alguazas

 En medio de la huerta alguaceña y a tiro de piedra de la confluencia de los ríos Mula y Segura se levanta un edificio que en tiempos era sinónimo de seguridad y poder. Varios nombres identifican hoy a lo que fue plaza fuerte y enclave señero.  




A comienzos del siglo XIV Alguazas se convirtió en un señorío eclesiástico. Igual que otras posesiones pertenecientes a su madre María de Molina como Alcantarilla o Monteagudo, el rey de Castilla Fernando IV había entregado este territorio de la Vega del Segura al Obispado de Cartagena. Fue a cambio del castillo de Lubrín, situado en la actual provincia de Almería. Así, el prelado Pedro Peñaranda, quien estuvo al frente de la Diócesis entre 1327 y 1349, ordenó construir una fortificación sobre una pequeña elevación que dominaba una amplia zona de huerta próxima a los ríos. Las obras culminaron unos años después, siendo ya obispo Alonso de Vargas. El lugar pudo servir también para guardar, a modo de granero, los productos agrícolas resultado de los diezmos que se pagaban a la Iglesia e incluso ejerció de cárcel eclesiástica. 

El edificio protegía a los habitantes del entorno, que podían acudir a refugiarse en él en caso de incursiones o ataques enemigos. Era un espacio grande que daba cobijo no solo a personas sino también a ganados y otros animales. Igualmente se convirtió en instrumento de control sobre las grandes extensiones de regadío de los alrededores. Una campana colocado en lo alto avisaba del peligro de avenidas e inundaciones. 

En ocasiones se ha atribuido al baluarte una datación más antigua, concretamente en el siglo XII, cuando Al Ándalus formaba parte de los dominios del Imperio Almohade. De ahí viene otra de las denominaciones populares que el inmueble tiene, la de Torre de los Moros. Aunque las fuentes documentales y los estudios arqueológicos hagan responsable de la construcción del edificio al obispo Peñaranda y no a los almohades, lo cierto es que el legado musulmán sí que se encuentra presente en el lugar en forma de un antiguo cementerio sobre el que terminó levantándose la fortificación a mediados del siglo XIV. 

Sea como fuere, Torre del Obispo y Torre de los Moros identifican por igual entre los alguaceños a esta pieza fundamental de su patrimonio, al que habría que añadir, en igualdad de condiciones, el nombre de Torre Vieja, muy apropiado teniendo en cuenta el largo recorrido histórico que de una forma u otra la contempla. 

El lugar desempeñó un papel destacado a lo largo de diversos episodios que tuvieron lugar en la Murcia del convulso siglo XV. Nos referimos a las luchas de poder entre las familias nobiliarias de Manueles y Fajardos. Alguazas fue saqueada en 1448 pero la Torre no claudicó ante Alfonso Fajardo. La fortaleza también soportó el ataque de las tropas del último rey granadino Boabdil “el Chico”, permaneciendo inexpugnable a pesar de la quema que sufrió la propia Alguazas. Y es que en aquella época, bajo la dirección del obispo Diego de Comontes la fortaleza se había dotado de fuertes elementos defensivos como ballestas y bombardas. El fin del Reino nazarí de Granada y la pacificación del territorio hicieron que dejara de ser tan importante estratégicamente. 

Como otras tantas fortificaciones emblemáticas, la Torre Vieja de Alguazas se asocia con mitos como el de la existencia de un largo pasadizo subterráneo que la conectaría directamente con el castillo de Molina, situado ya al otro lado del Segura y del que hoy solo quedan algunas ruinas. El túnel permitiría una fácil huida en caso de peligro y el acceso a una posición más segura. Sin embargo, y por muy sugerente que sea, la presencia del supuesto corredor no es más que una leyenda al tratarse de una complicada infraestructura de demasiada longitud que habría de sortear un sinfín de dificultades técnicas amén de tener cruzar por debajo el propio cauce del río. 

Actualmente la Torre es visitable, acogiendo en la primera planta un museo etnográfico dedicado a la vida huertana y en la segunda una sala de exposiciones y el mirador desde el que se puede disfrutar de una hermosa panorámica de este rincón de la Vega Media. 


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