Albudeite, el pueblo del Allí vivió

 La típica manera en que los murcianos hacen uso de la lengua castellana adquiere determinadas peculiaridades en puntos muy concretos del territorio que habitan. Así sucede en Albudeite, un pequeño pueblo donde su historia ha influido notablemente en las características que identifican su habla local. 


Pedro J Pacheco, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, via Wikimedia Commons

Una de las señas más identificativas de la Región de Murcia es su particular forma de hablar. Es el llamado dialecto murciano (no confundir con el panocho, que se referiría más específicamente a la Huerta de Murcia), un conjunto de hablas que aún teniendo una serie de características comunes difieren sensiblemente entre ellas dependiendo de la comarca e incluso de la localidad en cuestión. Un oído bien entrenado y acostumbrado a escuchar a hablantes murcianos de uno y otro sitio puede ser capaz de afinar y saber de dónde es exactamente su interlocutor. 

En lugares muy concretos, las peculiaridades del habla local están muy marcadas y las diferencias llegan a ser notables incluso respecto a poblaciones vecinas. Es el caso de Albudeite, municipio ubicado en el centro de la Región y a orillas del río Mula, el también llamado Guatazales o “río de la Miel” de los árabes. Aunque atendiendo a sus características generales el habla de esta localidad puede incluirse junto a las de otras situadas en el mismo entorno geográfico, aparecen rasgos muy concretos que la hacen particularmente especial. 

Según estudiosos del tema como Ricardo Montes Bernárdez y Juan Antonio Vicente Mateu, el motivo de este singular panorama lingüístico en Albudeite obedece a su historia y más concretamente a su pasado morisco. Recordemos que los moriscos eran los descendientes de los musulmanes que permanecieron en los reinos hispánicos tras el fin de la Reconquista, siendo finalmente expulsados a comienzos del siglo XVII.  

A pesar de que la orden de expulsión de este colectivo se ejecutó en el pueblo en 1613, esta no fue demasiado efectiva ya que unos después se pudo comprobar que muchos moriscos habían regresado al que era su hogar. Su impronta en el hablar se mantuvo en el lugar, a lo que contribuyó también su localización un tanto apartada de los grandes núcleos urbanos y vías principales de comunicación.  

El legado morisco ha perdurado en el léxico de los albudeiteros con términos como almajara (terreno abonado con estiércol), aduar (barraca), azafate (fuente honda de comida) o talvinas (gachas), relacionados con el campo o la comida. 

Pero lo que más llama la atención, sin duda, es por un lado una peculiar entonación, más acentuada en las mujeres que en los hombres (que por razones obvias no es posible reproducir en un medio escrito como este) y por otro, el uso de los tiempos verbales que varía respecto al castellano estándar. Se cambia, por ejemplo, el pretérito perfecto (he comido) por el pretérito o pasado simple (comí) o, lo que es todavía más curioso, el presente (vive) por el pasado (vivió). 

Respecto a esto último se suele contar una anécdota que no sabemos si realmente llegó a producirse pero que en cualquier caso sirve para ilustrar el fenómeno lingüístico albudeitero así como para justificar cómo llaman a los albudeiteros desde otros pueblos.  

Se dice que un forastero llegó un buen día a Albudeite preguntando por el domicilio de un vecino, a lo que unos lugareños le respondieron señalando el lugar en cuestión con un “Allí vivió”. Aquel hombre dijo entonces que no le interesaba saber donde residía anteriormente la persona que buscaba sino cuál era su casa en ese momento.  

Este uso del pasado en lugar del presente, reflejado en esa frase del “Allí vivió”, ha hecho que con ella se identifique, a modo de apodo, a los vecinos de Albudeite. Lo hacen los habitantes de pueblos de alrededor a los que siempre ha llamado la atención este rasgo lingüístico que hunde sus raíces en un particular devenir histórico. 


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