Fuente Álamo, entre las tres grandes
El nacimiento de muchos pueblos y ciudades esconde en ocasiones tras de sí historias o anécdotas curiosas. Así sucede con uno de los municipios enclavados en el Campo de Cartagena, la Muy Noble y Muy Leal Villa de Fuente Álamo de Murcia.
El nombre del lugar nos deja clara la existencia, ya a mediados del siglo XV, de dos elementos muy concretos, una fuente y un álamo, situados en un área donde confluían los territorios de las tres principales poblaciones del antiguo Reino: Murcia, Cartagena y Lorca. Mirando un mapa puede verse claramente que tanto la capital como la ciudad portuaria siguen limitando con el actual municipio pero sorprende que hubiera un tiempo en el que los dominios de la Ciudad del Sol llegaran también hasta aquí. Y es que si hoy Lorca es extensa entonces lo era mucho más.
Así pues, esta zona “de la fuente y el álamo” en la que se habían ido asentando familias de agricultores desde el primer tercio del siglo XVI se encontraba dividida en tres jurisdicciones, las de los respectivos concejos, y no faltaban las disputas entre ellos. Precisamente junto a la fuente se encontraba el mojón que marcaba el límite de los territorios y en la actualidad un monolito ubicado cerca del emplazamiento del original recuerda esta circunstancia.
La población del lugar, que había crecido notablemente, sufría los efectos de esta división (impuestos, administración, seguridad…) y en 1634 elevaron una solicitud al rey Felipe IV para poder constituirse en villa o municipio independiente y así acabar con sus problemas. Sin embargo no pudo ser, la petición fue rechazada.
Hubo que esperar varias décadas hasta que los deseos de aquel pueblo se vieran cumplidos y el 20 de julio de 1700, tras varios años de complejos trámites por lo enrevesado de la situación jurisdiccional y el preceptivo desembolso económico, el rey Carlos II “el Hechizado”, quien se encontraba en los últimos meses de su desdichada vida, concedió el derecho a ser villa a Fuente Álamo.
Hasta aquí no hay nada fuera de lo común, teniendo en cuenta que era habitual que determinadas localidades compraran a la Corona su segregación respecto a otras (Bullas, por ejemplo, se había independizado de Cehegín una década antes). Pero lo que llama la atención en el caso de Fuente Álamo es que las tres poderosas ciudades a las que había pertenecido no se resignaron a perder esta importante parte de sus términos y consiguieron revertir la situación.
El 20 de mayo de 1702, menos de dos años después de la independencia, el nuevo rey Borbón Felipe V restituyó a Murcia, Cartagena y Lorca sus respectivas zonas de Fuente Álamo. Las tres grandes habían logrado salirse con la suya. Así se consumió todo el siglo XVIII y el inicio del XIX hasta que la villa volvió a resurgir, esta vez para siempre, en 1820 al amparo de lo que luego sería llamado el Trienio Liberal, reinando Fernando VII.
Tratándose de un municipio bastante extenso, cuenta con diversas pedanías y vivió cambios territoriales a su favor durante sus primeras décadas de vida. Así, La Pinilla se incorporó a Fuente Álamo en 1846 y nueve años después Murcia cedió tanto Balsapintada como El Escobar.
Otro dato curioso es que Fuente Álamo comparte nombre con un municipio de la provincia de Albacete (aunque en este caso se escribe Fuente – Álamo, con guión), que además es limítrofe con la Región de Murcia a través del término de Jumilla, así como con una pequeña aldea perteneciente a Alcalá la Real, en Jaén. Es por ello por lo que la villa del Campo de Cartagena incorpora en su denominación oficial la especificación “de Murcia”, justo igual que Alhama, para diferenciarse así de las localidades homónimas.
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